lunes, 10 de febrero de 2014

¡AY, NOCHE!

Cae sobre mí un torrentoso silencio

tapizando esta añeja tristeza, que no sé, de donde nace...

Ya no quedan pájaros que mientan azulados vuelos
y no quedan sueños suspendidos de esos pájaros.

Tantas estrellas latiendo en mis manos
y solo me descubro en la sombra de cada una.

¡Noche de manos hambrientas, róbame los ojos!
Que duele ver tantos corazones ennegrecidos
y tantas lágrimas que no hallan su río...

Cae sobre mí, este aguado silencio
y al beberlo, derrumbo otros silencios
silencios de vocablos inventados, desgastados...

¡Ay noche, envíame amaneceres que mueran en nuevas noches...!


Raquel Martinez

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