Cae sobre mí un torrentoso silencio
tapizando esta añeja tristeza, que no sé, de donde nace...
Ya no quedan pájaros que mientan azulados vuelos
y no quedan sueños suspendidos de esos pájaros.
Tantas estrellas latiendo en mis manos
y solo me descubro en la sombra de cada una.
¡Noche de manos hambrientas, róbame los ojos!
Que duele ver tantos corazones ennegrecidos
y tantas lágrimas que no hallan su río...
Cae sobre mí, este aguado silencio
y al beberlo, derrumbo otros silencios
silencios de vocablos inventados, desgastados...
¡Ay noche, envíame amaneceres que mueran en nuevas noches...!
Ya no quedan pájaros que mientan azulados vuelos
y no quedan sueños suspendidos de esos pájaros.
Tantas estrellas latiendo en mis manos
y solo me descubro en la sombra de cada una.
¡Noche de manos hambrientas, róbame los ojos!
Que duele ver tantos corazones ennegrecidos
y tantas lágrimas que no hallan su río...
Cae sobre mí, este aguado silencio
y al beberlo, derrumbo otros silencios
silencios de vocablos inventados, desgastados...
¡Ay noche, envíame amaneceres que mueran en nuevas noches...!
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