miércoles, 11 de abril de 2018

TÚ (Ser o solo soledad...)

        Desde un ángulo de la habitación, lates lenta y aletargada, quizás tu sombra... O mis ocultas ansias de querer que lo sea... Lates, agazapada, respiración entrecortada, como oscuridad con anhelo temeroso de luz. Me observas, incluso con el temor mismo de hacerlo, y siento punzantes tus ojos de negruzco silencio clavados en mi nuca. Continúo mi búsqueda de viejos textos, de versos mordidos con inconclusas ansias, y de vocablos desnudos, escurriendo por fisuras del amarillento papel. Solo sueltas ideas acorazonadas, solo eso... Tus ojos, tus ojos no tienen día, no tienen noche, y aun así, conocen los secretos de la luna y las esperanzas del sol. Una historia impropia te da un latido vívido y te aquietas atisbando tus ausencias através de mis manos. Desde un ángulo de horas que no reconozco, pero siento mías, te desarmas en negra espesura, tomas nuevas formas, danzas al son de mi agitada búsqueda, porque siento tu cercanía, tu aproximación y distancia. Te siento. Y así, hálito sublime, así, sutilmente y no tanto, invades con un gran bocado toda la habitación. Creo construirte, me esfuerzo en ello. Armarte y desarmarte, palparte, beberte, saborearte como quien cata un viejo vino por primera vez. Sincero mi pensamiento -sé que lo escuchas- pues, mis textos no tienen ningún valor, ni el valor que le daba interés de búsqueda, vaga búsqueda para hallarte, si acaso te he perdido... Te imagino, aveces ave, cuando callan las caricias y un aleteo lejano se acopla a mí, aveces felino, austero y cercano, salvaje y frío. ¿Quién robó la melodía que alguna vez te ha habitado? O es acaso, buscas en todos a aquél ladrón, y te conviertes en ladrón en esa búsqueda? Desoyes los vocablos sutiles del viento, y no quieres probarlos, no quieres. No quieres sonidos que pendan de tus recuerdos, y en ellos, el mismo sonido se hace eterno silencio...


Raquel Martinez.