domingo, 25 de septiembre de 2011

AMIELADAS





Sé que he oído gemir al viento
que tras la piedra lloró su desventura
y besó mi piel, con ávida paciencia
ardiendo en mi amielada luz.
En la simpleza de un sol de primavera
donde lo bello lo és por ser tan simple,
bebió de mí, hasta calmar su pesar
y allí quedó, tieso y con su temor
de desnudar de huellas el camino...

Raquel Martinez.

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