
Adormecido fulgor tras el horizonte,
y el ocaso, inerme piel sobre la mía
rutilan versos bebidos labio a labio
que se derraman rozando nuestros cuerpos
tus soles, mis lunas, daban sus ecos al aire
y besandonos un ala, fue pensamiento el ave.
Adormecido fulgor tras el horizonte,
me habitas, con la fuerza de perpetuarte
me tomas, en la desnudez de sentirte mío
me tienes, en la plenitud de cada instante
y en mi boca, lento, lento te desgranas
bajo un cielo líquido, embriagado en esperas...
Raquel Martinez.
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