Respiro, como si la inhalación llevase a la exhalación, para luego otra inhalación, y otra exhalación, y es tan vano como necesario...
Un latido y el vago eco del otro, repetido bosquejo de saberse vivo, un poco vivo.
Hay noches en que mis manos son lacrimosas estrellas, y la misma noche saturada en mi repetitivo silencio, busca vestigios de algún sol, restos, como siempre...
Hay noches en que soy sombra, o el lado más oculto de mis palabras, y brotan, brotan desdeñados mis escondidos verbos. Pecaminoso o mortecino reverso de mis ojos, y los murmullos, susurros de mi desasido vocablo, migajas, solo migajas devoradas por el viento, pues solo el viento comprende...
Raquel Martinez.